En las canteras antiguas la red de espacios excavados poblados por diferentes tipos de vegetación y las calidades de la piedra expuesta al tiempo, teje una trama laberíntica cuya esencia es el encuentro de lo mineral y lo vegetal, la piedra y lo verde: estamos en el Laberinto de los Vergeles.
Finalizada la actividad extractiva, los propios canteros fueron los artífices de la recuperación paisajista de los espacios excavados. El fondo de la cantera, rellenado con tierra vegetal, convierte en huertos de hortalizas y árboles frutales las canteras a manera de fértiles barrancos. Un largo tiempo de abandono posterior facilitó la aparición de vegetación silvestre, creándose una comunidad vegetal de plantas cultivadas y garriga balear.
A su vez, la piedra expuesta a la intemperie, se erosiona y colorea de múltiples tonalidades creando un espectáculo de texturas y cromatismo.
Tiempo y naturaleza interactúan en el paisaje de la cantera. La sucesión de vegetación, la agresión de la extracción, el paso del tiempo y la erosión completan y cierran el ciclo con el regreso de la naturaleza a un paisaje en constante transformación.